Y llegas con ganan de contar cosas, de que la gente te escuche, ese día en Port Aventura que gracias a ese pase exprés subiste 6 veces al Shambala ( si te gustan las atracciones, lo recomiendo ), esa noche sin dormir en el que vino el gerente del Hotel a decirnos que llamaría a los Mossos D’escuadra, ese senderismo que empezaste quejándote y lo acabaste feliz, ese rafting en el que te caíste 4 veces, cuando te tiraste por un puente hacía el río, quieres contar cuando montaste a caballo y el tuyo se llamaba Estel, lo cuentas todo, con pelos y señales, la gente, tu familia te escucha.
Pero sin embargo, no cuentas que te escapaste del hotel una noche para ir de fiesta, que dormisteis chicos y chicas en la misma habitación, y que aunque haya gente que lo acepte o no, el viaje no ha acabado bien. En el viaje la clase no estaba unido, pero qué en el viaje, nunca lo ha estado, solo que aquí se ha notado más. Grupos y grupos y más grupos, en eso nos dividíamos, y es que este viaje ha acabado mal, con gente con ganas de irse, gente despagada, gente que lo ha pasado muy mal y no ha tenido a nadie a su lado, pero aún así, nosotros en casa no lo contaremos y en las fotos sonreíamos como si nada.