Y estás esperando el día. Las horas parecen durar días, pero al fin llega el momento. Te dispones a cruzar esa puerta que tantas veces has cruzado, para empezar las clases.
Pero es diferentes, ya no olles el Buenos días de las 8 de la mañana, ya no entras con todo el mundo al pelotón, ya no te diriges a tu clase, la clase que ha estado contigo tres años. Lo miras todo lentamente, todo parece estar igual que cuando dejaste el colegio, pero sientes que ahora sabe a diferente.
Alzas la vista y detienes el tiempo, sueñas despierta, y te ves a ti el año pasado, haciendo un recado, fuera de clase porque te han tirado, haciendo un examen, preguntando al profesor, llevando uniforme, me veo a mí, hablando con un profesor, yendo al club del libro, subiendo del recreo por la “escalera prohibida”, me veo agachando la cabeza porque me riñe un profesor, me veo preguntando la tercera pregunta del examen, saliendo a la pizarra, comiendo en el comedor…
-Ana, ¿Qué tal en la Florida?
– ¡Muy bien! ¿cómo voy a estar? Si yo me acoplo enseguida en los sitios.
Y no mentí, estoy muy bien en el nuevo instituo, con amigos nuevos, cómoda y voy muy feliz, pero supongo que una parte de mí, añora ese colegio y con él, los trece años que conviví. Y te das cuenta, de que has vuelto a tu lugar, pero ahora, ahora es diferente.