Callada y pensativa, como si aprendiera con cada paso que daba, con cada metro recorrido.
Observaba todo lo de mi alrededor, los árboles gigantes, las piedras y sus formas, el verde color del bosque tan frío, un lago, me acerqué, vi mi reflejo en ese lago, los ojos rojos de tanto llorar, las mejillas empapadas, y el dulce sabor de las lágrimas en mi boca.
-¿Qué te ocurre?
– Nada, simplemente tomé malas decisiones y ahora, me arrepiento de ello.
-¿Cómo te llamas?
-Laura
– Te concedo un deseo- dijo la rana.
– Quiero controlar el tiempo.
-Echo.
De repente tenía en mis manos el mayor tesoro nunca visto.
Podía retoceder el tiempo, revivir los mejores días de mi vida, saber donde fallé y corregirlo, poder volver atrás en el tiempo y arreglar los errores cometidos, de repente me sentía poderosa, retrocedí y retrocedí sin control alguno.
Recorriendo cada minuto de mi vida, cada segundo, cada detalle, era como si estuviese viendo una película interminable, yo era la protagonista, muchas veces me veia sola, triste aunque muchas otras siempre sonriendo y con gente a mi alrededor.
Llevada por la curiosidad no paré de retrocer, cada vez más rápido, intentando memorizar cada detalle, y entonces ya no tube conciencia de mi misma, ni control sobre el tiempo.
Se oyen llantos de bebé, en la habitación 201 del hospital de Valencia.
– ¿Ya sabe como se va a llamar?
-Sí, Laura.
-Laura, saluda a tu mamá.
No sé si lo sabes, pero en la fachada de la universidad de Salamanca hay una rana pequeñita… se supone que los que la encuentran tienen suerte y aprueban los exámenes. Me he acordado al leerte 🙂
No lo sabia!!! Pero cuando haga algún viajecito hacia allí, me acercaré a ver… Ajaja 🙂