Lo abrazaré con todas mis fuerzas, lo cuidaré como no he cuidado nada, sonreiré cada vez que sonreirá y padeceré cada vez que esté triste. Le enseñaré lo bueno y lo malo, le guiaré por el buen camino, le haré un chico humilde, mi vida será suya y solo suya. Y le arroparé todas las noches, le leeré un cuento, y me esperaré hasta que se duerma mirándole como quien mira el mayor tesoro del mundo.
Aparco el coche, miro la cartilla, planta número 6 y puerta 124. Cojo el ascensor pulso el número 6, cojo aire, y voy hacia la puerta 124. Me siento en la sala de espera y espero a que me llamen. Y entonces lo oigo por el megáfono “Señorita García su turno “
Vacilo antes de entrar, pero al fin entro y me reúno con el doctor.
- Lo siento, pero los análisis muestran que has perdido al niño.
Me quedo quieta, mirándole y de repente, mis mejillas empiezan a empaparse por mis lágrimas.