Monthly Archives: February 2015

Fallas. 

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Las fallas. 

Será porque soy valenciana, será porque nací un 15 de marzo, será por el ambiente que hay, será por su belleza, será porque es una fiesta única. 

No sé porqué será pero las Fallas ha valencia traen consigo algo mágico, valencia se llena de color, de ruido y de olor a pólvora. 

Los valencianos pasamos el año esperando fallas, esperando la cremà, la cridà, la mascletà i els castells.

Porque vuelven los ruidos, los colores, las paellas en domingo, la cabalgata del ninot, las ilusiones, las sonrisas, y también las lágrimas. 

Porque las fallas son más que una fiesta, es un sentimiento, es el ir a la plaza del ayuntamiento a ver la mascletà, es acabar cansanda y con dolor de pies, por ir en valencia de falla en falla, es aguantar los ruidos que retumban en tu oreja, es noches en vela cuidando de tu falla, es ver la cremà de la falla, y querer que lleguen ya las del año siguiente. 

Y estas fallas 2015 prometen, estas fallas 2015 crean ilusiones, para algunos su primer petardo, la primera vez que se visten de falleros, para mí, una vez más sentir como mi corazón se hace mas grande, una vez más sentirme orgullosa de ser valenciana, una vez más vivir las fallas haciendolas mías.

Porque valenciano, se nace.

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La música

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Es la sensación. La música es la sensación de vivir la vida a tu manera, con un poco de locura, es la sensación de llorar de alegría, es la sensación de cerrar los ojos i respirar hondo, es la sensación de observar, es la sensación de tener los pelos de punta.

La música es la sensación de caminar por primera vez, de decir la primera palabra, es la sensación de sonreír, de cuando lloras de la risa, la música es la sensación de mojarte mientras llueves, es la sensación de poder con todo, de sentirte más fuerte,.

La música es la sensación de saltar en los charcos de agua, la sensación de mirar hacia atrás i ver que nada ha cambiado, es la sensación de sentir como recorre por cada vena de tu cuerpo, como te eriza la piel, la música es la sensación de soñar, de reír y de llorar.

Entre fantasmas…

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Las noches se me hacían eternas, no pegaba ojo, siempre oía ruidos y no me gustaba la oscuridad. Veía sombras por todos los sitios, voces que me hablaban, cosas que volaban sin que nadie las tocase, cosas escritas en los espejos al salir del cuarto de baño, estaba atemorizado.

Así que cambié de casa, pero volvían los ruidos, las voces, los objetos voladores, las sombras y la oscuridad, y con ellos volvió mi temor. No dormía, no estaba tranquilo, el mundo de la noche se me venía encima, los espíritus malignos iban a por mí.

Siempre estuve acosado por el temor de los fantasmas, hasta que distraídamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes.

Más que un cuento.

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La miró, ella tenía los ojos llorosos, ella estaba enamorada, había llegado al límite de su paciencia.

Así que le acarició el pelo, le miró a los ojos, y se marchó.

Ella veía como cada vez, se alejaba más y más, cada vez lo veía más pequeño, hasta que el viento se lo llevó. Entonces ella no pudo evitar que las lágrimas emparan su cara, no pudo evitar que le doliera tanto su marcha, no pudo evitar que el corazón se le rompiera en mil pedazos.

Y entonces en el suelo, divisó aquella carta, aquel sobre, que hacía que en su alma aún quedara esperanza.

Lo abrió con cuidado, y empezó a leer:

“Entiendo tu impaciencia, mi princesa, pero hasta la última página, no está escrito que nos enamoramos”

CULPABLE

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La valla estaba fría cuando posé mi mano por primera vez, en mi rostro se notaba la tristeza, mis compañeros habían visto más de una lagrimilla caer en mi mejilla, era un hombre, pero no era de hierro. No había luz, todo era gris, no había vida. Yo no podía estar ni un minuto más allí dentro.

Todo empezó hace un par de meses, me encontraba en una sala llena de gente, gente que no había visto en mi vida, gente que ni siquiera me conocía, a un lado tenía a mi abogado y, a otro lado a mi mujer, bueno, ahora ya mi exmujer con su respectivo abogado.

Se oían los típicos “Protesto señoría”, pero yo, yo estaba inmerso en mis pensamientos, la miré de arriba abajo, ¿Cómo podía haber llegado a este punto?

La seguía queriendo como en el primer día, la seguía viendo igual de bella que siempre, la admiraba cada día por como cuidaba de nuestro hijo. Una sonrisa se dibujó en mi cara al recordar cómo nos conocimos, una sonrisa que el juez interpretó como burlona, y solo hizo que las cosas empeorasen.

La volví a mirar, esta vez, como si fuese la última vez que la veía, como si quisiera que la imagen de su rostro, bañado por las lágrimas por la ocasión, quedara marcada en mí, para siempre.

¡Sentencio que el imputado es CULPABLE!

Sí, por eso estoy aquí, por ser el “culpable” de enamorarme de la persona equivocada, por ser el culpable de confiar en quien no debo, por ser el culpable de darme a los demás.