Entró en la sala más nervioso de lo habitual, nunca le habían gustado los hospitales y menos si era a él a quien le hacían la revisión. No le gustaban, porque no había color, no le gustaban, porque se respiraba tristeza y allí todo el mundo veía en blanco y negro.
Se sentó en la silla, y esperó a que dijeran su nombre, cada minuto que pasaba hacía que se pusiera más nervioso, y sus manos empezaran a sudar y su cuerpo a temblar, era algo que no podia evitar.
– Manuel Ferreiro.
Los dos se levantaron, él nervioso, ella confiada.
– Me toca
– Tranquilo, solo es una revisión.
El camino hacia la sala del doctor se le hizo interminable, aunque iba más tranquila, sabía que ella estaba ahí.
El médico se sorprendió al palparle el pecho:
—¿Y su corazón?
—Lo tiene ella —dijo sonriendo.