El poeta se sobresaltó, oía ruidos, alguien estaba buscando algo, fue corriendo a la caja fuerte, cojió el libro y salió corriendo. En mitad del bosque, ya cansado por la huída, oyó el sonido de un casquete, el poeta cierra los ojos, suspira y se gira con las manos en alto.
El ladrón está más nervioso que nunca, delante suyo tiene el libro sagrado, el libro que contaba mil historias, ese libro tenía que ser suyo.
El ladrón culto encañona al poeta: “El libro o la vida”
El poeta no transigue: “Sin libros no hay vida. Dispare.”