Siempre venía con una sonrisa de oreja a oreja, animándonos a todo el mundo, haciéndonos reír, era un tipo peculiar, aunque tenía su encanto. Siempre estaba ayudando a alguien, nunca perdía detalle de nada, te aconsejaba en tus peores momentos, te indicaba por donde seguir el camino y a todo el mundo le caía bien.
Parecía un tío fuerte. De los que sonríen a la vida y cuando tienen un problema se ríen de ella, de los que pasan de todo y no les importa nada. Era de esa persona que todo lo veía en positivo, y si había algo negativo en su vida, simplemente lo apartaba. Así lo veían todos. Era la envidia.
Pero cuando llegaba a casa, lloraba.
Sonreía, mientras su corazón moría. Intentaba ayudar sabiendo que ni siquiera se podía ayudar a sí mismo.
Muchas veces no te quieres ayudar y disuadir las miradas de otros hace que sea más fácil llevar tu propia carga.
Saludo